Si aún no saben decir la palabra “autonomía” es muy probable que no estén preparados para hacer lo nosotros creemos que conlleva.
Instagram está lleno de vídeos de niños haciendo la colada
Ya lo sé, tú también los ves. Todos esos vídeos de niños haciendo tareas del hogar mejor que nadie. Además, no sé si a ti también te han puesto de deberes de la escuelita este verano “trabajar en la autonomía”, pero siento que autonomía ha sido la palabra del curso escolar para muchas de las familias a las que acompaño y hoy, en pleno verano, nos sigue dando grandes dolores de cabeza.
¿Qué quiere decir autonomía? Bueno, generalmente se entiende como la capacidad para hacer algo “solos”, pero ¿cuál es la realidad? Que la autonomía involucra a muchas otras partes, tanto del desarrollo cognitivo, emocional, social como de la situación concreta en la que vivimos. Y que el “hacer algo solos” está muy, pero que muy lejos de representar una verdadera autonomía.
¿Qué es la autonomía?
Si me preguntas, la autonomía es la capacidad que tienen los niños y niñas para elegir hacer algo que tienen capacidad madurativa para hacer y que además, van a ser capaces de asumir las consecuencias de cualquier resultado derivado de esa acción autonóma. Es decir, si yo le digo a un niño que haga la compra de forma autonóma, no podemos sorprendernos si de golpe elige gastarse 300 euros en helados y chocolate y vuelve sin ningún alimento nutritivo. ¿Qué esperamos? Le hemos dado una libertad abrumadora, que además, seguro que no se ha sentido todo lo bien que imaginamos, a un niño que quizá solo tendría capacidad para elegir 1 fruta que le apetezca de entre dos opciones. Las consecuencias (que quizá no le guste la fruta que ha elegido) son manejables, y además de un calibre que nos deja espacio para introducir un aprendizaje; “Hmmm, en el supermercado te apetecían cerezas pero ahora ya no te apetecen, a mi también me frustra elegir algo y luego arrepentirme, pero no tenemos más fruta para merendar hoy”.
Y veo cada día familias que se ven en la tesitura de poner la autonomía delante, cuando para mi, delante tienen que estar las bases de esta primera infancia, ¿cuáles son?
No va a ser ninguna sorpresa, pero para mi, conocer cómo, cuándo y por qué nuestros niños se desregulan, va mucho antes que ver si están preparados para hacer algo que les rete.
Antes de proponer algo, pregúntate:
¿Están hoy preparados para un reto? ¿Es este reto algo que sé que mi niño puede hacer, o estoy “probando suerte” a ver si consiguiera salirle?
¿Estamos nosotros preparados para sostener las posibles consecuencias hoy?
¿Esta propuesta de autonomía nace de un deseo mío, o este es un deseo de alguien que no soy yo?
Las expectativas son para mi, el peor “killer” de la motivación intrinseca y la curiosidad por hacer cosas nuevas. Si miramos y generamos un ambiente de expectación constante, no estamos fomentando esa autonomía, si no haciendo que se espere de nuestro niño que ya sea capaz de hacer esto que queremos que haga, ¿y si aún no está preparado?
Yo, en sesiones, no tengo miedo a pedir que frenemos muchas de esas nuevas “metodologías” en cuanto a la alimentación, juego, “educación”, a menudo, sobre todo las que parece que animan y fomentan esa “autonomía”, porque están destruyendo las bases de la verdadera autonomía en este momento en concreto, en este espacio en concreto. La falsa autonomía se cuela en muchas de las cosas que parecen verdadera autonomía, pero no lo es.
Te pongo un ejemplo, el baby led weaning es una maravilla, ¿pero qué pasa si nos abruma elegir, nos abruma que nos miren mientras comemos, ciertas texturas, tener mucha comida delante y sin embargo nos regula espachurrar cosas o morder la mesa? ¿Por qué no podemos coger los principios que sí que van a sumar a nuestro niño en este momento en concreto para introducir, partiendo del momento real en el que está, 1 pequeño cambio, acompañado de recursos para mantenernos regulados durante ese pequeño cambio, que viene acompañado siempre de muchas expectativas?
Pero es que quiero que colaboren
Entiendo que para nosotras es importante que “colaboren” en casa, y para mi lo es también, de hecho, y aquí va un tip, si quieres ahorrar en algo en la crianza, ahorra en juguetes y añade mucha interacción con los objetos del día a día, que son mucho más interesantes y relevantes para nuestros niños, que no es que quieran, es que necesitan entender y colaborar constantemente.
Las bases, las raíces de la cognición y el bienestar emocional, son realmente el trabajo de la primera infancia. Poder dar sostén a esas primeras emociones, antes incluso de que hablen, crear espacios de concentración, poner mimo a nuestras rutinas para que haya espacio para todos, ser capaces de entender cuándo y dónde poner un límite, entender cuál es nuestro trabajo y cuál es el suyo, es donde, para mi, tenemos que dejar de ahorrar en tiempo y recursos. Trabajar en estas cosas no parece “entretener” como lo hace un juguete “que favorece la autonomía” pero estamos invirtiendo en el futuro.
Siento que tengo mucho que hablar sobre esto y lo haré pronto, estoy segura, en mucha más profundidad en formato formación, es en lo que estoy trabajando muchísimo este verano, porque quiero poder crear un espacio al que acudir a nutrirte de todo esto que necesitamos cuando estamos criando, de forma fácil e intuitiva.
Así que con este mini-spoiler te deseo que tengas una muy feliz semana y nos vemos muy pronto por aquí, con una nueva carta.