3 errores comunes cuando algo cuesta en la crianza & alternativas prácticas.

Las dificultades son lo mío. The Extraordinaries, “extraordinariedad” , es la palabra que para mí representa la fuerza de nuestros niños y niñas de querer aprender, pertenecer, crecer en este mundo y no en otro. He visto y acompañado a bebés y niños muy pequeñitos, con varios diágnosticos muy “limitantes” en papel, hacer avances impensables. Y no todo lo he hecho bien en el camino de entender esas dificultades. Realmente para mi, es sólo queriendo mejorar como encuentras una mejor solución.

Esto es lo que me mueve y apasiona aquí. Ya sea en la compleja crianza o en el complejo desarrollo. Deshacer nudos, me he dado cuenta con el tiempo, que es lo mío. No porque sepa deshacerlos todos, porque en el proceso de deshacerlos siempre encontramos la manera que mejor se siente en cada una de nuestras situaciones, y ver esa diversidad de formas de salir de un mismo agujero, es para mi, un regalazo.

Pero como esto va de aprendizajes, hoy quiero contarte esos 3 errores que yo he cometido, que veo cometer y que tienen una fácil vuelta de tortilla, y vamos a ver si podemos dársela juntas. ¿Te quedas?

Dificultades, Mar. Cuando hablas de dificultades, ¿a qué te refieres? No hace falta tener sospecha de una dificultad grave en el desarrollo para abrir esta puerta, la de las dificultades. Solo tenemos que pensar, ¿Qué cosas te fueron difíciles en tu infancia? Estoy segura que se te ocurren unas cuantas. Pero para nuestros pequeños y pequeñas te pongo ejemplos:

¿Nos cuesta compartir, asimilar la llegada de un nuevo hermano o hermana, o incluso cumplir alguno de los “hitos” del desarrollo? ¿Nos cuesta entender por qué otros pueden correr rápido y yo aún no? ¿Nos cuesta no poder hablar o que no nos entiendan a la primera porque aún no tenemos el vocabulario? ¿Nos cuesta entender para qué un límite? ¿Nos cuesta seguirlo?

Sea cual sea la dificultad, y aunque a mi no me encanta generalizar, sí es verdad que si algo sé es que en todos los casos, hay 3 errores comunes que puede que cometamos desde el amor, sin darnos cuenta, y son los siguientes:

Animar a salir de ahí.

“Venga que no pasa nada”. “Vamos bombón si es súper fácil, si lo tienes chupado”. A veces lo mejor que podemos hacer por nuestros niños es sentarnos con ellos en lo complejo.

Te pongo un ejemplo: Imagina que mañana empiezas un nuevo trabajo de administración en una empresa Inglesa, que no eres bilingüe, pero entiendes y crees que puedes manejarte bien, no sin esfuerzo. Imagina que el primer día te cuentan que no tienes periodo de prueba, que realmente necesitan que te pongas a tope desde el principio, y te enseñan cómo funciona su programa y empiezas automáticamente a atender clientes, a tener que responder sus dudas. Y al final del día te das cuenta que has necesitado a tus compañeros 300 veces y que no has conseguido atender a ningún cliente sin ayuda. Imagina que entonces viene tu nueva jefa a decirte; “venga que ya verás que mañana lo podrás hacer todo sola y super bien”. No sé cómo te sentirías tú, pero yo como poco, invalidada, ansiosa o incluso, torpe, “¿debería estar después de hoy, preparada para mañana?”. Ahora bien, imagina que tu compañera de al lado te dice “te he visto pasarlo mal, ha sido un día complicado, ¿verdad?”.

¿Cómo te sentirías? ¿Qué crees que haría eso en ti? Quizá, tú sola, teniendo a alguien que se ha sentado contigo en ese sentimiento que te hace sentir mal, incierta, agotada, llegas a la conclusión de que es normal estar así, y que claro que sí, mañana va a ser mejor que hoy.” Uff, alguien lo ha visto también, no soy yo”. Pero aquí está la clave, para llegar a una solución nuestra, que nos convenza y haga sentir bien, tenemos que poder formularla nosotros.

Con nuestros niños y niñas pasa igual. Es la clave para deshacer todo nudo. Yo no lo puedo deshacer por ti. Lo deshacemos juntos. Nos sentamos en esa incomodidad, porque lo realmente incómodo es estar sola con un sentimiento que nos abruma y hacer sentir pequeñas, como lo es ese “esto es demasiado para mi,no sé cómo hacerlo”.

Negar que la dificultad no está.

Negárselo o negárnoslo. No puedo contarte la de veces que en mi práctica como maestra de educación especial, hemos pasado por alto dificultades. Dificultades que no se ven en un entorno seguro & sobre todo; repetitivo. Un entorno compensatorio, como debe de ser la escuela, el hogar. Un entorno, en mi caso que sumaba y acompañaba, pero que también hacía que en ocasiones no nos diéramos cuenta de la magnitud de los problemas, reales, porque estábamos dentro. Recuerdo ir a ver a mi aula de pequeños extraordinarios al mes de dejar el trabajo para volverme a España, un aula de 8 peques de 4 añitos, todos en sillas de ruedas; la mayoría con Parálisis Cerebral Infantil como base, y muchos de ellos, además, con ceguera parcial o total, epilepsia, conectados a sistemas de alimentación alternativos, oxígeno, etc. Recuerdo llegar un mes después de irme, entrar al aula y quedarme en shock. Esas dificultades que para mi no lo eran, de golpe se ponían sobre la mesa. De golpe las veía claramente, desde fuera.

En mi práctica fuera del aula he visto muchas veces a pequeñas (sobre todo, expertas en enmascarar dificultades), con una dificultad clara en un área del desarrollo. Pero que al compensar en todo lo demás, porque estaban tan pendientes de saberlo todo, brillaban en su manejo del día a día.

Dificultades graves en el área cognitiva que con 3 años pasaban desapercibidas e incluso llegamos a confundir con altas capacidades. ¿Qué había detrás? Miedo a que pareciera que algo le costaba. Un miedo que aunque no infundemos siempre, siempre está ahí. ¿O tú no tienes miedo de sentir que a tu pequeño o pequeña le pueda costar aprender algo el doble que a los demás? Ese miedo es parte de esas “expectativas”en la infancia que me darían para hablar horas contigo y seguro que pronto lo hago. Expectativas que tenemos que sacar a la luz para que ni nosotros ni nuestros niños tengamos que hacer el doble trabajo de enterrar torpemente esas dificultades además de navegarlas.

Preguntémonos por qué nos da miedo, a todos, incluso a mi, mirar a lo que nos cuesta a los ojos y sin embargo es únicamente mirándolas a los ojos como podemos conseguir deshacerlas.

Hoy lo veo en mi práctica. Madres sin dormir que lo sienten parte del “trabajo”, haciendo 4 platos diferentes de comida, adaptando rutinas por dificultades emocionales, dejando de hacer planes por no añadir, temiendo poner límites, con pánico por una rabieta en el sitio incorrecto.

¿Crees que si estuvieras un mes fuera de tu día a día, al volver verías claramente qué es eso que os puede estar costando? Para poder sentarnos con la dificultad, y que salgan las soluciones solas, necesitamos saber cuál es la nuestra. Sin juicios, sin miedo.

Centrarse en resolverles el problema no les lleva a resolverlo.

Sin embargo, si nos ponemos “vizcos” mirando a las dificultades a los ojos, tampoco vamos a llegar a ningún lado. No es el plan.

Creo que podemos tratar de decirle a la dificultad: “hola dificultad, ya veo que estás ahí, tengo curiosidad por saber cómo has llegado hasta aquí y cómo puedo hacer para que no ocupes todo el espacio”. En un ejemplo práctico sería algo así: “hola bajita tolerancia a la frustración de Pablo, estás por las mañanas cuando el desayuno no le gusta, por las noches cuando hay que dormir y durante el día en muchas ocasiones, haces que maternar sea un poco más complejo, pero quiero ver qué está pudiendo pasarle a Pablo y cómo puedo hacer para que no ocupes tanto hueco en nuestro día a día, porque sé que para Pablo tampoco es agradable navegar esta montaña rusa”. ¿Qué te hace sentir esta forma de acercarte a eso en lo que estás pensando ahora mismo de vuestra situación”. Yo creo que la madre de Pablo, después de esta reflexión, está preparada para buscar soluciones que se sientan bien, desde ese “me apetece” y no desde ese “no podemos seguir así o de mayor…”. Porque cuando estamos tan cerca del problema, mirándole con los ojos vizcos solo salen respuestas que nos van a dar una solución rápida, urgente.

Pero cuando nos acercamos con curiosidad, sin juicio hacia la situación ni hacia nosotras, la mayoría de los problemas se resuelven de verdad. El aprendizaje se da justo en la tarea creativa de resolver un problema.

Como ves, este tema me da para mucho más, pero si has llegado hasta aquí, gracias. Estaré feliz de escucharte al otro lado si te apetece compartir conmigo, sin compromiso.


Quiero contarte que cierro el cupo de familias en “Sostenerte” hasta nuevo aviso..

Espero poder sacar alguna plaza más en Septiembre/Octubre, pero estoy muy feliz de tener ahora mismo un número de familias maravilloso, a las que voy a acompañar en los próximos meses. Si quieres que cuente contigo para la siguiente “temporada” del acompañamiento cuando volvamos a rodar en el nuevo curso, puedes contestar a este mail y te tengo en cuenta.

Y ahora sí, nos vemos la semana que viene con mucho más.

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Si aún no saben decir la palabra “autonomía” es muy probable que no estén preparados para hacer lo nosotros creemos que conlleva.

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“Duerme cuando el bebé duerma”, una mirada sensible y práctica desde la perspectiva de la no-culpa a esta frase tan común.